“Me llamo Bond, James Bond”. Son varios los actores que pusieron voz a la icónica frase del Agente 007, pero hubo uno que destacó por lucir sus trajes con elegancia y savoir faire. Icono de estilo masculino y porte magnético, hablamos de Sean Connery, actor escocés cuya personalidad y estilo dejaron huella tanto en la industria cinematográfica como en la moda.
Protagonista de afamadas películas como Los Intocables, Indiana Jones o El nombre de la rosa, Connery compartió pantalla con estrellas de la talla de Audrey Hepburn, Michelle Pfeiffer o Kevin Costner. Además de cosechar éxitos internacionales, se erigió como un actor elegante y distinguido y el dandy que el Hollywood de los años 50 regaló a los espectadores tras Paul Newman y Robert Redford.
Sin embargo, la verdadera seña de identidad del personaje 007, fue ni más ni menos que el abrigo tres cuartos azul marino que lució en la película “Desde Rusia con amor”. Su elegancia atemporal y su presencia imponente contribuyeron a que esta pieza se haya instalado en el recuerdo de muchos como una de las más emblemáticas de la historia del cine.
Antiguo futbolista y culturista, gracias a su sofisticación y confianza, se ganó títulos como el de “caballero”, otorgado por la mismísima reina Isabel II o el de “El hombre vivo más sexy” por la revista People.
En lo que respecta a su estilo, Connery era habitual luciendo trajes fuera y dentro de pantalla, pero no solo defendía con estilo las piezas más clásicas. La actriz Julie Hamilton, quien en un primer instante descartó al galán por su aspecto fuerte y encanto áspero, fue víctima de los encantos del actor tras verle enfundado en el típico kilt escocés.
El traje prima por su sencillez y sofisticación.
El tres cuartos no fue la única herencia de estilo que nos dejó Sean Connery. Sus trajes se caracterizaban por su ajuste impecable, sus líneas limpias y su atención al detalle. También popularizó el traje de tres piezas durante su interpretación del agente James Bond. Con su característico corte ajustado y solapa ancha, esta pieza se solía confeccionar en colores sólidos como el gris, el azul marino o el negro, los cuales destacan por su versatilidad y adaptabilidad.
Connery era la prueba viviente de la importancia de respetar el código de vestimenta. Quizás por eso, las camisas blancas, como la que podemos encontrar en nuestra tienda online, fueron una constante en su guardarropa. Ya fuera con cuello francés o con botones, prefería camisas de algodón de alta calidad y ajuste idóneo. Este básico de armario se convirtió en el perfecto lienzo sobre el que combinar sus trajes y complementos.
En esta línea, el actor solía completar su look con angostas corbatas de seda italiana con colores sólidos (normalmente azules) o patrones sutiles. Entre sus imprescindibles tampoco faltaban los zapatos Oxford de cuero pulidos con los que reflejaba un enfoque impecable y una elegancia pura.
El riesgo también triunfa fuera de pantallas
Sean Connery no era ajeno a la aventura con su indumentaria. Aunque era principalmente conocido por su estilo clásico y atemporal, también demostró su capacidad para tomar riesgos calculados en moda sin perder la sofisticación.
Como buen entusiasta del golf, el dandy escocés lució sobre el green desde bermudas funcionales y polos de rayas, hasta camisas hawaianas o boinas con print de cuadros al más puro estilo lord inglés.
El actor también solía portar sudaderas propias del estilo preppy o Ivy, jerséis de cuello vuelto e incluso se atrevía con texturas como los monos de felpa o los polos de terciopelo. Para indispensables de todo el año contaba con varias prendas de punto, como chaquetas a rayas, cuellos redondos estampados y chalecos abotonados.
La actitud viste al caballero
Si por algo era conocido Connery era por su actitud segura y su presencia magnética en pantalla. Sus trajes cumplían la función de realzar su apariencia, pero fue su confianza la que realmente le hizo destacar y hacerse con uno de los papeles más memorables de la historia del cine.
En un inicio, los productores de James Bond tenían sus dudas respecto a la idoneidad de Connery para el papel protagonista. Fue tras observar sus movimientos suaves y sutiles en una comida informal (los que vieron propios de un “un gato de la jungla”) cuando decidieron que el británico sería la mejor versión del famoso espía de Ian Fleming.
Décadas después, tras más de cincuenta producciones y con una personalidad arrolladora por bandera, demostró lo que rápidamente se convirtió en opinión popular: era él quien llevaba la ropa y no la ropa quien lo llevaba a él.
Lo que es innegable es que Sean Connery poseía un carisma y una presencia magnética sin igual. Dos cualidades que, con confianza y actitud, se reflejaban en su forma de vestir y que demuestran que el verdadero estilo proviene de la percepción que cada uno tenga de sí mismo.
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